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¿En quién recae la carga?
La carga de la prueba prescribe una forma de proceder ante una afirmación. En principio, recae sobre quien afirma.1 Emitir una información errónea puede resultar perjudicial al otro. Por eso, hacer una afirmación conlleva la carga de responder por ella, si se le solicita hacerlo.2
Ante una afirmación, el interlocutor crítico se detiene para examinarla, de manera ecuánime, antes de comprometerse. Un juicioso nivel de confianza se ajusta, constantemente, en proporción a los indicios actuales.
¿cuánta carga corresponde?
El contexto mayor de los actuales conocimientos fiables nos enmarca una afirmación. Si coincide con lo que sabemos rigurosamente al respecto, es ordinaria. Si, por el contrario, no coincide con nuestros actuales conocimientos pertinentes, es extraordinaria.
Una afirmación ordinaria hace referencia a algo relativamente típico.3 Si se afirma algo idéntico, o relevantemente similar, a lo que ya se corroboró muchas veces, entonces es probable que esta vez resulte ser cierto también Por eso, la probabilidad previa de una afirmación ordinaria es alta. La correspondiente carga de la prueba es ligera.
En cambio, una afirmación extraordinaria hace referencia a algo relativamente atípico con respecto a nuestros conocimientos de trasfondo. Por eso, la probabilidad previa de una afirmación extraordinaria es baja. Si una afirmación extraordinaria resulta ser cierta nos sorprende, porque rompe el estado de normalidad.4
La carga de la prueba correspondiente a una afirmación extraordinaria es pesada, porque no coincide con nuestros actuales conocimientos pertinentes. Para soportarla, hacen falta pruebas suficientemente contundentes para contrapesar nuestros conocimientos al respecto. |
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Una afirmación que coincide con los rigurosos conocimientos previos al respecto puede considerarse plausible. Lo que no coincide se considera implausible, por lo que cabe pedir pruebas.5 En resumen, cuanto más extraordinaria sea la afirmación, tanto más pesada es la carga de la prueba.6
cuanto más extraordinaria sea la afirmación, tanto más pesada es la carga de la prueba
El interlocutor crítico está justificado en cuestionar una afirmación extraordinaria por su relativa atipicidad e incoherencia.7 Si se le solicita hacerlo, el que afirma algo extraordinario debería rendir cuentas por ello.8 Al justificar adecuadamente su afirmación extraordinaria, el afirmante satisface su carga de la prueba, lo que le gana respeto.
Si un interlocutor cuestiona una afirmación extraordinaria, no le corresponde probar su falsedad. Más bien, si el afirmante no puede soportar su carga de la prueba, entonces debería reconocer con humildad la posibilidad de error. Corregir un error no es un motivo de vergüenza, sino motivo de orgullo, porque es un logro importante.
Cabe recalcar que la probabilidad previa de una explicación ordinaria es bastante mayor que la de una explicación extraordinaria.9 Si además resulta que la explicación ordinaria es más económica, sin inventos innecesarios, entonces queda aún más probable.10 Si tras examinar ambas explicaciones de forma objetivamente defendible resulta que no hay pruebas suficientes que sustenten la explicación extraordinaria, y la explicación ordinaria explica los hechos observados, entonces la explicación ordinaria sigue siendo más probable.
borrador al 1 jun., 2020. Para revisión crítica. Carmen Chase ¿Encontró un error? Comuníquenoslo. |
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Notas
1. Si la carga de la prueba se inviertiera, el afirmante se liberarìa de su responsabilidad. Efectivamente, cada oyentes tendría que hacerse cargo de las palabras del afirmante..
2. “Argumentación”, Van Eemeren, Grootendorst, Henkemans, (Editorial Biblos, Buenos Aires, 2006), página 177.
3. Una afrirmación ordinaria se refiere a algo típico: es decir se trata de algo frecuente, regular, usual, o “más de lo mismo” si se prefiere. Por ej. la afirmación de que un perro ladra es bastante ordinaria porque en la mayoría de los casos los perros ladran
4. Considere, como ejemplo, la afirmación de que un objeto pesado que se soltó, cayó para arriba –acelerándose cada vez más rápido a los cielos. Tal suceso sería atípico, infrecuente o irregular. Si resultara cierto, nos sorprendería, porque choca con el principio más general y más comprobado que los objetos pesados que se sueltan caen a tierra. La expectativa de más de lo mismo, que los objetos pesados que se sueltan seguirán cayendo para abajo, es razonable, porque coincide con todo conocimiento previo al respecto. Cabe recalcar, conocimientos en sentido riguroso.
5. Ver “onus probandi”.
6. Carl Sagan, astrónomo estadounidense hizo famosa la frase: “Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias.” (en el inglés original: “Extraordinary claims require extraordinary evidence.”). Las afirmaciones extraordinarias no coinciden con el grueso del conocimiento fiable de trasfondo, sobre todo con las cosas relacionadas, lo que justifica exigir pruebas bastante rigurosas.
7. Incoherencia externa con el conocimiento fiable de trasfondo. Cabe señalar lo contrario: cuanto más ordinaria la afirmación, tanto menos justificado exigir una rendición de cuentas -justamente porque todo encaja.
8. Por ejemplo, demostrar la veracidad de su afirmación, presentar hechos relevantes que apoyen su probabilidad, explicar cómo llegó a su conclusión, ofrecer razones sólidas en apoyo de su afirmación, etc.
9. Para determinados hechos observados, una explicación es más ordinaria si resulta más típica (relativamente más frecuente), y si coincide mejor con los pertinentes conocimientos de trasfondo. Por ej., para unas huellas que coinciden con una bota, la explicación de un sujeto humano con botas pasó por la zona sería más ordinara que un cóndor con botas que aterrizó en la zona. Estadísticamente, los humanos con botas son relativamente frecuentes en comparación con los cóndores, y un humano con botas en la zona coincide mejor con los pertienentes conocimientos de trasfondo.
10. El principio de parsimonia señala el camino general más directo para llegar a una explicación acertada: minimiza la cantidad de retiradas en la trayectoria total. Por eso, entre explicaciones rivales que tienen la misma capacidad explicativa y predictiva, se favorece la más económica –con sólo la cantidad justa y necesaria de entidades fundamentales, entidades causantes, conceptos, principios, coeficientes, etc. Véase el principio de parsimonia, o “la navaja de Ockham”. Para una justificación teórica del principio de parsimonia, véase “Sharpening Ockham's Razor on a Bayesian Strop”, (trad. aprox. Afilando la navaja de Ockham en un bayesiano cuero asentador de navajas) por William H. Jefferys y James O. Berger en Technical Report #91-44 C, Department of Statistics, Purdue University, agosto 1991, y también“Ockham’s Razor: A New Justification”, Project Web Page, accedido 16 nov. 2010.
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