El rigor epistémico nos facilita sacar conclusiones y conocimiento fiables. Esta base sólida potencia nuestra capacidad de solucionar problemas. Y esto es bueno.

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La vida de un organismo depende de los procesos biológicos que se realizan en éste. No cabe duda que la vida está basada en lo físico. Saber esto nos inculca un aprecio por la vida, y el significado que esto supone para cada uno. En definitiva, esto es bueno.

Hoy en día sabemos con rigor que una mente humana se realiza físicamente en la compleja circuitería neuronal de un cerebro humano. Ya no cabe duda que una mente depende de un cerebro físico en funcionamiento.

Históricamente, se ha planteado un sinfín de ideas sobre el supuesto de una mente incorpórea: almas inmateriales y separados del cuerpo, ángeles, dioses, etc. Entendiblemente, persisten en el imaginario popular. Pero actuar sobre ideas sin fundamento puede ser perjudicial. Y saber esto es bueno.

Se transparentan nuestros objetivos éticos, y medios para alcanzarlos, fundamentándolos en consideraciones e inquietudes terrenales. Esto nos simplifica la ética, y es bueno.

En resumen, el rigor epistémico nos lleva a una postura materialista. ¡Y esto sí es bueno, porque nos permite desenvolvernos mejor!