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Una plena armonía entre las personas es una situación que acomoda la mayor cantidad posible de sus preferencias, y entorpece a la menor cantidad de ellas.1 Donde hay plena armonía social, no se esperaría encontrar conflictos, ni injusticias sin resolver.
La máxima armonización social ocurre en la situación más equitativa. Para este fin, cada uno debería ser ecuánime. Hay que tener presente que en cada situación relevantemente idéntica, la preferencia del uno pesa igual que la del otro.2
La equidad entre las personas presupone el juicio y voz propios.3 Presupone la libertad de acción de cada uno para expresar sus preferencias, para emitir sus juicios, reconocer lo justo, además reclamar lo injusto, etc. La continua participación activa de todos es instrumental.
Esforzarnos por ser objetivamente dignos de confianza4, por ser considerados y benévolos los unos con los otros, por la consciencia social, y por la cortesía pueden contribuir a la armonía social. También el apoyo mutuo en los proyectos éticamente permisibles puede contribuir.5
Disponemos de los medios para trabajar hacia una plena armonía social.6 Y podemos mejorarlos continuamente a la luz de sus resultados. Efectivamente, avanzamos hacia una plena armonía social en la medida que nos esforzamos activamente por ella.7

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Sería más fácil si esta armonía social surgiera automáticamente por fe. Pero en la práctica, ¿qué tipo de armonía social se puede lograr sólo por pura fe?
En el fondo la fe es una forma visceral y simple de proceder, sobre todo en asentir.8 En última instancia, no supone el uso de ningún criterio de exactitud, ninguna justificación rigurosa. |
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La fe, como forma de proceder, ha sido idealizada por líderes religiosos y otros.9 Se manifiesta mostrándose conforme con lo que se propone para aceptar por fe.10 Cuanto más idealizada, tanto más fomenta la conformidad.
Entonces la armonía social sólo por pura fe, en este sentido, es más bien una especie de conformismo. La falta de juicio crítico independiente para justificar hasta dónde conformarse, característico de proceder por fe, da lugar a un conformismo desproporcionado.
Este tipo de conformismo desproporcionado facilita la concentración de poder. En la medida que cada uno desaprovecha o renuncia su juicio y voz propios, entrega su poder legítimo de control.11 Cuando la mayoría entrega su poder, queda a la disposición de la minoría.
El aire conformista, característico de la cultura de fe, desalienta a exigir una rendición de cuentas. Al generalizarse este tipo de conformismo desproporcionado, se favorece una falta de control. Ésta, junto con una fuerte concentración de poder, proporcionan un terreno fértil para el abuso de poder.12
Asimismo, se desalienta al reclamo legítimo por los abusos y daños. La fuerza de la justa indignación de los damnificados puede ser desviada a otras esperanzas dudosas, también aceptadas por fe.
Un sistema ético implica el derecho mutuo a reclamar.13 Un reclamo puede ser justificado en la medida que lo reclamado causó daño. Cuando se combina con otros principios, como el de «no causar daño al otro», el reclamo se vuelve una potente herramienta para la armonía social.14
En vez de favorecer la equidad, el conformismo desproporcionado, característico de proceder por fe, termina propiciando un terreno fértil para las situaciones injustas y los conflictos. Por eso la fe, como forma de lograr la armonía social, no debería ser idealizada.
borrador al 15 jun., 2016. Para revisión crítica. Carmen Chase ¿Encontró un error? Comuníquenoslo.
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notas
1. Podríamos decir que la plena armonía de un grupo es una propiedad que “se realiza” socialmente en la medida que se satisfacen ciertas condiciones entre sus integrantes.
2. Y por extensión, en cada situación relevantemente idéntica las preferencias de muchos pesan proporcionalmente más que la de uno mismo.
3. La equidad presupone ciertas cosas: por ej., el juicio propio crítico de las personas para discernir entre lo justo y lo injusto; la preferencia por lo justo sobre lo injusto; sentirse suficientemente libre para expresar las preferencias, para consultar sobre ellas, para dialogar sobre ellas, para buscarle la vuelta para combinar entre las personas a fin de acomodar a cada uno; sentirse suficientemente libre para exigir lo justo y reclamar lo injusto, etc.
4. es decir merecedor de un depósito de confianza basado en hechos observados, como puede ser hechos relevantes observados de conducta que lo indican.
5. Vale mencionar que la eficacia de estos ejemplos de posibles factores contribuyentes a la armonía social pueden, en principio, ser evaluados a la luz de sus consecuencias. Así, de cada política, regla, forma de actuar, etc. sirve como punto de partida para ir mejorando. Para estudios y análisis al respecto, hay que ver la literatura sociológica y socio-psicológica correspondientes, la litertura profesional sobre la resolución de conflictos, etc.
6. Dado que ya tenemos idea de cuáles políticas, reglas, acciones y formas de proceder, etc. han demostrado ser conducentes a la armonía social, en la medida que consideramos que este objetivo es deseable y vale la pena, podemos hacer un esfuerzo activo y perseverar para lograrla, cultivarla, mantenerla, etc. Por ej., esforzarnos por ser prudentes; por corregir nuestros errores; por buscarle la vuelta de cómo combinar, oganizar de la forma más justa y objetivamente defendible...
7. Hay que reconocer la posibilidad de que de vez en cuando puede surgir una armonía social fortuita: es decir que por pura casualidad coincidan todas las preferencias de todos los integrantes de un grupo de tal forma que se acomodan felizmente todas sus preferencias.
8 En este sentido aceptar por fe significa aceptar de una forma visceral, inexperta, hasta irreflexiva. Por otra parte, la palabra “fe” tiene otras acepciones, conforme al uso popular: por ej., una expectativa atribuible a esta forma de proceder; si fuera atribuíble a otras formas, medios, procesos, o métodos, entonces ya no sería propiamente fe. También puede significar un deseo pasivo, o anhelo: fe en la reencarnación, etc.
9. La idealización atribuye la deseabilidad. En muchos entornos sociales, la fe es tan enaltecida que se plantea como una virtud. Considera, por ej., la primera acepción de “fe” en el D. R. A. E. 22.ª ed,. es la "... primera de las tres virtudes teologales, asentimiento a la revelación de Dios, propuesta por la Iglesia." Por otra parte, el Catecismo de la Iglesia Católica la caracteriza así: “La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él.” Catecismo de la Iglesia Católica, primera parte, III Las características de la fe, 153.
10. Hilando más fino, podemos diferenciar entre aceptar por fe, y simular o fingir aceptar por fe. En esta última situación, resulta una falsa conformidad en el sentido de solo asentir o conformarse externamente.
11. Es decir soltar las riendas de la voluntad propia, delegar el jucio propio. Cabe diferenciar entre delegación por fe, y una juiciosa delegación provisional y reclamable de poder limitado, atribuible a un manejo justo de criterios fiables.
12. En las palabras de Sir John Dalberg-Acton, alias Lord Acton, historiador británico, “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente” (Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely). Vease “The New Dictionary of Cultural Literacy”, (Houghton Mifflin Harcourt, 2002), página 325.
13. “Philosophers Without Gods”, Chapter 17 “If god is dead, is everything permitted?”, Elizabeth Anderson, pág. 228.
14. Considere la experiencia histórica de los reclamos masivos no violentos: el movimiento Satyagraha, derechos civiles, condiciones laborales más saludables, etc.
¿En qué se diferencia la confianza de la fe?
La fe, el instinto visceral, y el pensamiento de grupo
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